La casa vibra con la música de los autos de la calle. Mi padre nos avisaba cuando llegaba tarde a la casa. Mi padre no era un gigante, pero era como Wordsworth. Color púrpura como es el color de todo aquél que lleva el peso de una gran moral en la garganta. Mi padre era de pecho ancho y hombros caídos.
Tuvo hijas. Lentamente desgraciadas como las flores cambiadas de lugar y que la excesiva luz o sombra perforan.
Ahora tengo un traje mal cosido que uso para divertirlos. Esta es mi mueca, parecida a los hilos envejecidos, anaranjados que asoman la costura del hombro y la manga. Dientes. Tengo fuertes y grandes dientes.
Los divierto con la añoranza de una luz que hubiera sido. Como sueño. Igual que una última braza. Final. Roja y luego gris. Igual que un ojo pequeño. Final.
Tuesday, March 17, 2009
Monday, March 02, 2009
Sancha panza blanca
*
Es día, de los primeros del mes
un gato con nombre me acompaña
heraldo
en las tareas
o escudero o juglar.
Nací en invierno
me gusta el interior
y merodear
me gustan las casas grandes
y los grandes esfuerzos
y estar cerca de las ventanas.
Vamos hacia las frutas.
Vamos con agua.
Vamos arreglando con sándalo encendido
y telas limpias.
–Pequeño heraldo y yo tenemos una canción–
La de una pastora muy vieja.
La de miles de pasos de ovejas
hasta la gruta más alta.
El corazón no existe, no es un tesoro.
Pero sí el latido de su hidalguía
y el reconocimiento
en el descanso profundo, al fin,
el descanso que lo esconde en un hueco.
Es día, de los primeros del mes
un gato con nombre me acompaña
heraldo
en las tareas
o escudero o juglar.
Nací en invierno
me gusta el interior
y merodear
me gustan las casas grandes
y los grandes esfuerzos
y estar cerca de las ventanas.
Vamos hacia las frutas.
Vamos con agua.
Vamos arreglando con sándalo encendido
y telas limpias.
–Pequeño heraldo y yo tenemos una canción–
La de una pastora muy vieja.
La de miles de pasos de ovejas
hasta la gruta más alta.
El corazón no existe, no es un tesoro.
Pero sí el latido de su hidalguía
y el reconocimiento
en el descanso profundo, al fin,
el descanso que lo esconde en un hueco.
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