Una vida de placeres
Los nobles etruscos llevaban una vida alegre y entretenida: la caza, la pesca, las competencias deportivas, el baile, la música, los banquetes, el amor y el arte ocupaban sus horas de esparcimiento.
Las tumbas, la pintura mural y algunos testimonios posteriores describen una vida cotidiana llena de lujo y placer para las clases altas. En las reuniones de los palacios no faltaban los vasos griegos sobre las mesas, ni los candelabros y braseros de bronce para iluminar y mantener calientes las estancias. Los sirvientes y esclavos llevaban y traían alimentos y bebidas entre las parejas presentes, que los servían en vajillas de plata. Entre uno y otro plato, circulaban los tableros para el juego de dados, o bien hombres y mujeres se integraban a las melodías de la flauta doble y la cítara en una danza que hacía brillar las joyas de oro y flotar los suaves mantos de lino y lana multicolor al ritmo de sus palmadas y sus castañuelas. En los rincones abundaban almohadones con inscripciones de acuerdo al ambiente que iban a ocupar: si era la sala de banquete, pequeñas frases, exclamaciones o representaciones de frutas para augurar abundancia y armonía durante tal encuentro social. Por los corredores, ensalmos para sanar los ruidos de la mente. En el jardín, lisos, colgados a la altura media de un hombre y de una mujer (se distinguían por colores) para que los esposos pudiesen conversar parados reposando la nuca y distendiéndose. En la entrada a la casa, gatos. En la alcoba, bordadas las palabras Amor y Fe y algunas otras obscenas como cuello, muñeca, chii y entrepierna.
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Una 1/2 de la web otra mitad de mi red.
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